¿En qué consisten las bienaventuranzas?

La obra de Dios se compone de una serie de verdades que son las que de alguna manera orientan el camino del hombre y entre estas por supuesto se encuentran las bienaventuranzas, las cuales más allá de ser un discurso expresado por Jesús corresponden a ese mensaje de amor que habla de felicidad y mejor aún: plenitud humana. Aparecen en las sagradas escrituras tanto en el nuevo como en el antiguo testamento, es por ello que muchos se refieren a ellas como un género literario que señala conductas gratas relacionadas con Dios.

Puesto que abarcan temas de espiritualidad, humildad, compasión y amor, determinar en qué consisten las bienaventuranzas se convierte en el medio ideal para atender con propiedad el llamado del Todopoderoso, seguir su ejemplo y predicarlo entre nuestros semejantes para así alcanzar una mejor convivencia en la Tierra.

Las bienaventuranzas

Es propio decir que las bienaventuranzas se ocupan de revelar el rostro de Cristo, por tanto describen sus muchas virtudes al tiempo que trazan el camino para que los creyentes dispongan de precisión respecto a como comportarse según las características que demanda la vida cristiana.

Según lo expresado por Cristo en el Sermón del Monte ante los discípulos y otros asistentes, estas sentencias facilitan la corrección de aquello que podría verse de manera negativa tanto en el actuar como en el pensar. Es así como el evangelio de San Mateo señala entre otras cosas que son estas «indicaciones» las que actúan a favor del bienestar pues llevan implícito una especie de premio como incentivo por elegir lo sugerido por el creador.

Las bienaventuranzas y la felicidad

Cada una de las bienaventuranzas inicia con la frase «bienaventurados» la cual viene del griego y significa feliz o dichoso, por tanto algunas veces puede ser un poco complejo comprender como alguien que sufre puede ser feliz pero esto es algo que no debe analizarse desde la lógica sino desde el corazón y la dimensión espiritual, pues solo así se podrá asimilar que una dificultad puede ser muchas veces el camino para acercarse mucho más al Padre y sentir con mayor fuerza su presencia.

El consuelo que proviene de la promesa de un futuro mejor es en parte lo que alienta al creyente a poner su mayor esfuerzo para hacer realidad todas las acciones que se describen en las bienaventuranzas, las cuales básicamente se encargan de hacernos mejores personas y de mantener vivo el legado de Cristo.